jueves, 19 de abril de 2018

Calella!! Danos caña!!! Queremos más!!!





 - "¿Que llevas aquí en el bolsillo del salvavidas?"
Me comentó Miguel Noguer chequeándolo, mientras hacíamos una comparación de los chalecos de cada uno.
 -  Siempre llevo un trozo de cabo y un rollo de cinta aislante, bueno hoy también llevo tres higos secos por si hay que coger fuerza entre regata y regata. Dije.
Carlos Martínez añadió
 - Yo además llevo un Ibuprofeno.
 - Tendremos que hacerte un control antidoping al llegar de las regatas. Remató alguien.
Mientras, nos probábamos el nuevo salvavidas brasileño de Miguel. Un chaleco fabricado con una especie de neopreno muy elástico que le permitía adaptarse y ceñirse al cuerpo. (Por algo era brasileños). Tenía además, en la zona abdominal unas costuras que simulaban esa tableta que ya nunca tendremos.
 - Creo que es el Chaleco salvavidas más caro del mundo. Dijo Miguel y continuó.
 - Lo compré por internet y mi dirección no estaba bien puesta, con lo que vino del brasil dos veces: casi 200 € la broma.
Probé su salvavidas. Me quedaba un poco apretado. Pero la idea era magistral casi como una segunda piel flotante. Después comprobé que mi Salvavidas, ganado en un sorteo (creo que es la única opción que tengo de ganar últimamente) pesaba el doble que los demás salvavidas que revisábamos.
 - Creo que tendré que recortar la flotabilidad de mi salvavidas y hacerle un tuneado.
Decidí en voz alta.

Esto sucedía sobre la arena de la playa de Calella. Domingo. Último día de campeonato. El sol luce con intensidad después de días sin verlo y  se lleva la humedad acumulada por horas y horas de los dos últimos días de lluvia. El mar plano rozado por una suave brisa con clapas sin viento. Montar una regata no estaba claro. Pero todos teníamos la convicción, además de la previsión, de que justo en la hora límite empezaría a soplar una buena brisa.
 - La única oportunidad de hacer una regata hoy, es que nos saquen y esperar a que entre el viento en el agua con un montaje rápido del campo de regatas.
Sabíamos que Manel, el director del comité de regatas, es amante de lo perfecto. Y como dice el refrán "suele ser enemigo de lo bueno".
Todos los que allí estábamos coincidíamos en que el día anterior deberían haber dado la tercera regata. Aunque seguro que no todos estaban de acuerdo.

 - Cada regata 300 €. Comentaba Xavier Penas una hora más tarde. Daba por perdido el día y desmontaba su barco para recogerlo.

Mientras una bella entrevistadora nos pidió a Carlos y a mí, que le rellenáramos el vídeo del día con una pequeña entrevista. Accedimos.
Carlos contó como habían sido las condiciones del día anterior:
 - Una ola grande cruzada por la aleta,  ponía las cosas difíciles para llevar el barco con tranquilidad. El viento subiendo y bajando de intensidad y esas olas acentuando esa variabilidad, con lo cual pasabas de colgar como un enano a tener que meterte dentro del barco porque tocabas con el culo en el agua, difícil pero bonito,...
Yo pensaba en mis dos desastrosas regatas. No me adapté mal a esas condiciones difíciles, pero no supe hacer lo más importante que hay que hacer en las regatas: Levantar la cabeza para mirar la boya y el campo de regatas, y sobre todo, no luchar contra la evidencia de un bordo tan claro hacia tierra. Y solo los lerdos como yo luchaban contra la evidencia

No había empezado mal el campeonato. Viernes, primer día: una ola intensa y una brisa suave que subía y bajaba nos dejó hacer la mitad de una regata antes de ser anulada porque el viento se moría. Fue la única ocasión en la que estuve entre los cinco primeros, y eso que salí terriblemente mal, pero no estar acertado en las salidas, ayuda a mirar hacia afuera, e hice una gran primera ceñida. No sirvió de nada, pero fue mejor salir al agua, probar salidas y no quedarnos en la playa como viejecitos.

Al final los que están, están. Y pese a que solo contaron las dos regatas del sábado que relataba Carlos, subieron al pódium los que ya conocían la altura de sus peldaños. Y aunque son muchos los que lo han hecho bien, doy la enhorabuena  a Mónica Azón y Toni Roig, por liderarlos.

Bueno, me quedo con unos largos divertidos donde me sentía bueno, unos paseos matinales a Llafranc sintiendo esa Costa Brava de Pla, una escursión de tarde al faro de Sant Sebastià con mis compañeros de apartamento Oriol Marrón y Xavi Boluda, tocados también por una mala actuación...  y tres días de evasión aderezados por conversaciones perdidas y risas.
Una gran cena de la organización donde el único esfuerzo y secreto es no comer demasiado.
El día anterior Miquel Álvarez, rescatado del Finn, para regatea en Calella, organizó una macro cena, en el restaurante Las Palmeras, de Palafrugell. Fui el primero en llegar a la cena, lo cual me permitió hablar con una de las camareras que resultó ser una gran dibujante de cómics. Le dije que igual le enviaba algún relato para ver si quería darle imagen. Puede que también tenga que salir el primero al campo de regatas para hablar más tiempo con el viento y que me cuente sus secretos. Pensé contemplando sus ilustraciones.

Piiiii. Regata anulada y campeonato finalizado. Algunos barcos que habían salido navegaban a lo lejos.
Mientras desmontaba mi barco para cargarlo en el remolque, hablaba con David Pérez, un canario que conocí en el campeonato de España. Me contaba el esfuerzo de dinero y tiempo que implicaba para él hacer estas regatas, desencantado por haber navegado solo 2 de las 6 previstas. Pero detrás de ese esfuerzo, del suyo y de otros muchos, supuraba ese líquido que nos infecta, que nos enferma hasta la muerte, ese pus de pasión que solo se limpia a golpe de salpìcadura de agua de mar mientras intentas pasar a tu amigo convertido en contrincante.

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