jueves, 27 de julio de 2017

25 años B92


25 de Julio 2017, mientras me peleaba con los números en el ordenador, me entra un sms en el movil: "Hola Fredi! solo para saludar y decirte que me acuerdo mucho de B92, de nuestros juegos y campaña olímpica, de nuestro equipo. Hace hoy 25 años!!! abrazo fuerte". Contesté aprovechando la emoción de dejar por un rato el trabajo envuelto en buenos recuerdos.
El día anterior me llegó una carta con una invitación para la recepción de la conmemoración del 25 aniversario de los juegos de B92 en el palacio Albéniz. Pensaba que sería un acto cercano e intimo y tampoco auguraba, que siendo día de semana, vinieran muchos deportistas. "Puede ser divertido", pensé y aposté por ir.
A las 19:30 llegaba con mi scoopy al parking del Palacio Nacional donde se ubica el MNAC. En su parte posterior se sitúa una de las entradas al palacio Albéniz. Allí era donde debíamos acreditarnos. Vestido de sport: pantalón blanco y camisa roja de cuadros, tuve el atrevimiento de sacar de su funda la chaqueta que 25 años antes lucí en la inauguración de los juegos olímpicos para ponérmela de nuevo. Las nubes cubrían por momentos todo el cielo refrescando la tarde con lo que la chaqueta, azul con el escudo del COE, no molestaba.
En la mesa de acreditaciones coincidí con una exdeportista, más tarde me dijo su nombre: Ana Godés. Le pregunté si le importaba que fuéramos juntos hasta el palacete. Con paso tranquilo subimos por un camino asfaltado entre magnolios, llegando a una explanada de exquisitos jardines con fuentes y estantes. La vista del palauet desde aquí es espectacular, una planta sencilla y sobria de estilo afrancesado sobre una amplia fuente que desemboca con un inmenso caudal de agua sobre los jardines. En los extremos de la fuente dos amplias escalinatas curvadas salvan la altura desde los jardines al Palauet. Se construyó en la exposición del 1929 como residencia de los reyes y tras la exposición iba a ser museo de la música, de ahí su nombre.
Nuestra conversación entre pasos tranquilos nos hacía trasladarnos más a las palabras y a la mirada mutua que a los jardines. Ana me contaba sobre la emoción que sintió después de una espera larga en el túnel de acceso al estadio olímpico para finalmente emerger en saltos y gritos entre un público pletórico. Mis recuerdos corroboraron su emoción. Yo rememoraba la larga espera en el estadio Sant Jordi, donde pudimos saludar a muchos deportistas. Ana participó en Ping Pong, o debería decir tenis de mesa. Le pregunté si se seguía dedicando a ello o si su trabajo giraba en torno al deporte. Me explicó que era diseñadora de joyas: Desmontaba lentes de cámaras de fotos u otros objetos antiguos para darles protagonismo como joyas. Me enseñó entonces su colgante formado por un gran lente ovalada montada en el interior de un doble aro metálico plateado sencillo. "Antes la lente observaba y ahora es ella la que observa" me dijo mientras acariciaba la lente con su mano, una metáfora inversa de lo que ahora somos nosotros.
Llegamos a uno de los laterales del palacete donde los deportistas que iban llegando se situaban en la escalinata. En frente un batallón de cámaras nos apuntaban.
No fuimos los últimos, entre conversaciones iban llegando más deportistas. Se situó a mi lado una deportista paralímpica ciega acompañada por una preciosa perra pastor alemán. Estuvimos hablando un buen rato. Participó en los 100 m. lisos. Me decía que seguía corriendo una o dos veces por semana. Era dicharachera. Pude ver a Epi, casí no lo reconocí. También estaba Cayetano, hijo de la duquesa de Alba, no pude reconocer a muchos más. Al rato llegaron detrás de donde yo estaba un grupo de "chicas" altas,"Está claro que sois de basquet" les dije, eran realmente simpáticas. Una de ellas decía que se acordaba de mí, "Tu eras de vela no?". Les conté una anécdota que pasé con el equipo cubano de basquet y ellas me contaron unas cuantas más. Mientras hablaba con ellas, llego Natalia Via Dufresne, ahora ya éramos un trío de representantes de la vela en el 92. Desde donde estába podía atisbar a través de una puerta abierta el majestuoso interior del palacio donde se situaban en fila las "autoridades" mientras el rey, que pude observar de espaldas, iba saludando a cada uno de ellos. Al rato llegó Pascual Maragall con su mujer acercándose a la escalinata exterior donde estábamos los exolímpicos. Sonaron fuertes y largos nuestros aplausos emocionándonos más a nosotros que a él. Entre deportistas olímpicos y paralímpicos  no sumábamos más de 100 o 150. Al rato todas las autoridades salieron del Palacete y se situaron en la parte baja de la escalinata donde estábamos los deportistas para la foto: el Rey, la Alcaldesa, el President, el Presidente del Comite Olimpico Internacional, ah, también un jovial Pedro Sanchez, y representantes de partidos, delegados, etc.
De aquí bajamos las escalinatas y fuimos a la parte posterior del Palauet desde donde se puede contemplar toda la ciudad. 4 mástiles con banderas y un pequeño podium para las autoridades desde el cual leyeron sus discursos, no demasiado largos, de fondo: la ciudad. Algunas frases de los discursos me hicieron recordar parte de nuestra historia reciente y olvidada: reunificación de las Alemanias, la perestroika, y el golpe de estado en Rusia, la guerra de yugoslavia, la guerra del golfo, la participación olímpica de cuba... Durante aquellos años tener al Príncipe como tripulante era vivir la política como una variable más que afectaba a nuestra preparación. Pensé también en la fortuna de haber vivido los únicos juegos olímpicos en la historia, donde la vela estaba en la villa olímpica. Muchas, muchas anécdotas desordenadas pasaban por mi mente entre frases de los discursos. El Rey Felipe, cerró la tanda, empezó en catalán y acabó en castellano. En los párrafos finales de su discurso vistió sus palabras con la misma chaqueta que yo llevaba puesta recordando la entrada en el estadio, era el mismo recuerdo que Ana, poco antes, me describía mientras atravesábamos  los jardines de Joan Maragall de camino al palacete. Esas ultimas frases del discurso no fueron de Rey, fueron del Felipe tripulante, que vivió sin duda, como la mayoría de los que allí estábamos, uno de los periodos más emocionantes e intensos de su vida.
Cerró el acto un poema de un voluntario al son de la música de 4 instrumentos. Detrás de él, una gran pantalla mostraba en imágenes que la delicadeza con la que se hizo todo lo que rodeó a la olimpiada de Barcelona 92, haya conseguido el milagro de mantenerse elegante, bello y actual. Epi, recogió la antorcha olímpica de manos del Rey para llevarla con otros deportistas hasta la plaza Catalunya.
Entre exquisitos canapés, pude abrazar y hablar un buen rato al que conocí como Alteza, aprendí a llamar Felipe, y ahora ya no sabré llamar Majestad. Con él, el tiempo siempre es escaso, y las palabras se atropellan cuando el corazón y la cabeza quieren hablar a la vez. Natalia, me recordó que en el bolsillo de mi chaqueta había traído algo para él. "Esto es para ti. Estuve a punto de llevarla al Museo Olímpico, pero pensé que hoy era su oportunidad" le dije mientras del bolsillo derecho de mi "ilustre americana" saqué la gorra que coronó su cabeza durante los entrenos y regatas de los juegos olímpicos del 92. Tras los juegos, olvidada en el Soling acabó en mis manos.
No se lo podía creer!
Tardó poco en irse, las nubes se mostraban amenazantes para una noche con promesa de rumbas, poco más abajo en el teatro Grec. Una lluvia intensa puso final, a las rumbas que sonaban moviendo el alma a ritmo de corazón. Final a otro 25 de Julio, 25 aniversario de los XXV juegos olimpicos.

Antes de dormir, como a un niño al que acaban de contar un cuento, sentí la satisfacción de saber que los recuerdos pueden construir nuevas y bonitas historias.

8 comentarios:

  1. Muy buena crónica, Alfredo. Un abrazo

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  2. Que suerte¡¡
    Gracias por contarlo¡.

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  3. Hostias Chon parece un relato del mejor novelista. Esto lo has escrito tú? Pues me acabo de aficionar a la lectura!������.
    AUNQUE AHORA LO MÁS IMPORTANTE ES QUE SE RECUPERE TU AMIGO 12+1. Un saludo. Royi

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  4. Vivir es recordar.
    Como a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fué mejor.
    Grande Alfredo.

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  5. Ohhh! Qué suerte haber vivido esos y estos momentos. Espero con impaciencia verte con Teo (por cierto, Mat ya le ha perdonado..) y qué me cuentes más detalles de la velada

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Exquisito y emotivo relato de un compañero de sueño olímpico. Gracias Alfredo, otro 25 de cuento para enmarcar.

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